jueves, 10 de julio de 2008

Mala memoria

Aldeacentenera, pueblo cercano a Trujillo, Cáceres. Monumento a la inmigración que llega a España y a la emigración española por el mundo.

Hace unos pocos días. Tres imbéciles, anormales, ridículos, cobardes, olvidadizos, ignorantes a propósito de su pasado y de su historia familiar y social, queman con nocturnidad el monumento.

En este puto país tenemos muy mala memoria, o mejor, una memoria selectiva. Muchos de nosotros hemos tenido que salir de nuestros pueblos, de nuestras ciudades y buscarnos la vida en otras ciudades españolas. Ahí está el gran truco, la gran mentira psicológica: Nosotros nos movemos por nuestro país, no somos extraños, no somos extranjeros.... Hemos tenido la suerte de nacer en un centímetro de mapa rico, a unos decímetros de África....

Se nos olvida que no hace mucho nuestros padres se marchaban con una mano delante y otra detrás para buscar un trozo de pan, un futuro mejor. Se nos olvidan cosas como éstas.

"La llegada de emigrantes a las estaciones centroeuropeas es un espectáculo al que no se puede asistir indiferente. Sea de modo individual o en pequeños grupos, sea en expediciones oficiales del Instituto Español de Emigración, la sensación que producen los hombres de aspecto campesino, con equipajes voluminosos, muchas veces con pintorescas provisiones alimenticias, es una mezcla de indefensión y fatalismo, de seguir el destino. La mano de obra a la búsqueda del amo....

Y allí están. Si no directamente los patronos, las organizaciones estatales o paraestatales, caritativas o parabenéficas. Alguna vez las asistencias sociales se esfuerzan en repartir una sonrisa, una somera información, una taza de café caliente. Otras, las más, el desconcierto más total sumado al desconocimiento del idioma, funcionarios que les interrogan severamente, aduaneros que les confiscan embutidos y licores, revisiones médicas, papeles que se les piden y no tienen o no saben si tienen y cuáles son"... Guillermo Díaz-Plaja, La condición emigrante.

"Los solteros o los casados que estaban solos. Vivían en su mayoría en barracones construidos por las fábricas y compartían habitación con otros emigrantes. Eran cientos de hombres aislados en régimen cuartelario: sin posibilidad de recibir visitas, ni de llevar comida a las habitaciones y con hora de llegada nocturna. En ocasiones los que cuidaban las instalaciones se convertían en vigilantes de la empresa y controlaban si las bajas por enfermedad eran aparentes o reales..."

No, cómo recordar esto, cómo recordar que a los emigrantes españoles en Alemania y Francia entre otros países nos alquilaban sólo las buhardillas y los gallineros para vivir, ya que no se fiaban de nosotros porque éramos unos guarros y a saber lo que haríamos en sus casas....

Qué pena no salir más, qué pena no saber más idiomas, no ver más miradas... Qué pena tener tan mala memoria....

Cuando viví en Madrid sólo conocí a una niña que fuera hija y nieta de madrileños. Desde que vivo en Cáceres, no recuerdo a nadie que sea hijo y nieto de cacereños, siempre son de pueblos de alrededor. Pero claro, nosotros no somos extranjeros, no somos emigrantes, no somos como ellos.... qué mierda de memoria.

Que a un español en general se le olvide el pasado más reciente de su familia y de su vida personal tiene narices, pero que un extremeño o gallego promueva, fomente y realice conductas en contra de los inmigrantes es un acto de cobardía, de vergüenza y de ignorancia supina, a la vez que un acto de destrucción estúpida sobre la propia identidad personal, familiar y social.

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